Según el cronograma electoral dispuesto por el Consejo Superior de la UBA, durante esta semana debería elegirse el próximo Decano de nuestra Facultad, al igual que se está haciendo en el resto de las Facultades de la UBA. Al respecto hubo varios acontecimientos que han tenido cobertura en los medios masivos de comunicación, como ser las tomas en las facultades de Ciencias Sociales, de Filosofía y Letras y de Ciencias Exactas y Naturales, o la movilización al Rectorado del viernes 25/10. Sin embargo, la televisión y los diarios lejos han estado de explicar los motivos por los cuales se han llegado a esas instancias de tomas y movilización, sino que (intencionadamente) limitan la discusión a la forma de protesta.
Creemos que los y las estudiantes de Ingeniería nos debemos un debate y un posicionamiento respecto de las elecciones de autoridades en toda la Universidad, elecciones que se vuelven a realizar por detrás del debate público, con el mismo estatuto antidemocrático que las actuales autoridades se habían comprometido a reformar hace ya 8 años y dejando completamente por fuera a los estudiantes y a la inmensa mayoría de los trabajadores docentes y no-docentes.

En cada facultad de la UBA, el órgano de gobierno es su Consejo Directivo, que está formado por ocho profesores, cuatro graduados y cuatro alumnos. Esta forma de cogobierno concentra el poder de decisión en una minoría de profesores, de los más de 1500 docentes de la FIUBA, sólo unos 300 (los profesores titulares y adjuntos concursados) están habilitados para votar en el claustro de profesores. El resto de la planta docente (los profesores interinos, los JTPs y los ayudantes de primera) no tienen representación en este claustro. Por otro lado, los 8000 estudiantes de la facultad tenemos un representación mínima en el Consejo Directivo (4 votos sobre 16 miembros) y los trabajadores no-docentes directamente no tienen voto sobre las decisiones de la facultad.
De esta forma, los grandes debates sobre el funcionamiento y la orientación académica de nuestra Universidad se dan muy lejos de quienes día a día le damos vida a la misma. Con estos mecanismos anti-democráticos hacen posible que la cantidad de docentes ad-honorem sea irrisoria (sin esos docentes se deberían cerrar muchos cursos en muchas Facultades), que las orientaciones de nuestras carreras se piensen según las necesidades de las empresas privadas, que los sectores empresarios hagan convenios con la UBA (aumentando el financiamiento privado para cubrir el ahogo presupuestario por parte del Estado Nacional), que la deserción sea una regla instalada como forma de encubrimiento a la necesidad de limitar el ingreso y que no se la tome como un problema a superar para lograr una Universidad masiva, entre otros tantos temas.
En nuestra Facultad ya hemos visto como desde el Consejo Directivo se han votado las acreditaciones ante la CoNEAU, se han aprobado los nuevos planes de estudio sin el consenso de toda la comunidad universitaria y se ha reglamentado el régimen de regularidad que dejó libres a muchos estudiantes a los que la Facultad no les da garantías de poder continuar sus estudios con bandas horarias, clases de consultas, ni servicios de calidad y accesibles.

Este es el momento donde los y las estudiantes de nuestra Facultad empecemos a tomar en nuestras manos todos estos debates. De nada sirve iniciar un proceso de lucha si no hemos logrado que nuestros compañeros y compañeras tengan convicción de cuáles son nuestros derechos a defender o conquistar. Es crítica la necesidad de llevar adelante estos debates en forma masiva para poder trazar la ruta a tomar en los meses que vienen, previos a la posible acreditación del plan de estudios de Lic. en Sistemas. Por todas estas razones, necesitamos generar propuestas concretas de los distintos debates que nos atraviesan. Desde EPA en CAUCE hemos levantado varias de estas propuestas durante las elecciones obligatorias de este año:
La elección directa del Decano y de los Directores de Carreras y de Departamentos es una propuesta que, creemos, podría conducir a que la elección de autoridades sea más democrática. La composición de los órganos de co-gobierno también es un tema a llevar a concreto. El claustro único docente, integrado por los profesores que actualmente lo componen y también por todos los docentes interinos y auxiliares. Creemos necesario que se dé la discusión sobre el aumento de la proporción de representantes estudiantiles en el Consejo Directivo y sobre la participación de los trabajadores no-docentes en el Consejo Directivo con voz y voto. Todas estas propuestas creemos que representan el comienzo de construcción de una Universidad más democrática y que los grandes debates empiecen a circular por toda la comunidad universitaria y que el poder de decisión deje de concentrarse en la minoría de profesores que hoy lo ostentan.
Pero también democratizar la Universidad significa rediscutir el “para qué” y “para quién” se produce conocimiento. Las necesidades de grandes sectores de la sociedad hoy quedan por fuera de la Universidad como institución. Necesitamos poder permearla de la problemática social y que la Universidad deje de ser una isla en pos de la “excelencia académica” para comenzar a construir un conocimiento crítico, igualmente riguroso, pero al servicio de quienes hoy no acceden.